miércoles, 29 de marzo de 2017

Clásico Mundial

Tomado del sitio “Cubanos por el mundo” Cuba ha sido eliminada nuevamente del Clásico Mundial de Béisbol. No puede sostenerse frente a equipos que hace solo algunas décadas eran para ella un juego de muchachos. Ahora hasta Israel la apabulla con anotaciones, mientras los bateadores criollos, a no ser Alfredo Despaigne, fracasan una y otra vez frente a los lanzamientos contrarios. El “picheo” es una fiesta para los adversarios y de los errores, ni hablar. Parece que la exigencia de los superiores en La Habana, en vez de estimularlos al éxito les produce un nerviosismo pernicioso que les hace perder el tino. Precisamente, un comentarista oficial anotó que los jugadores israelíes casi no conocen su terruño natal y que el país hebreo apenas cuenta con un millar de aficionados a la pelota, porque en realidad son de otras nacionalidades. Puede todo eso ser cierto. Pero es precisamente ese detalle la razón de ser de los Clásicos Mundiales: aglutinar por la sangre y no por el lugar de residencia de sus miembros. Es algo así como la recuperación de la diáspora; es el reencuentro de la familia deportiva nacional para jugar unidos de la misma forma a como los hijos y los nietos dispersos vuelven en Navidades al hogar de sus padres para recordar los días felices de la niñez. El Clásico rompe el cerco de las grandes ligas internacionales y no importa que ayer hayan sido antagonistas en sus respectivos equipos por contratos, para hoy vivir juntos la aventura de uno de los deportes más hermosos del mundo. Es precisamente ese comentario del periodista oficial quien me estimuló a escribir este artículo. ¿Cómo puede criticarse la actitud de quienes introdujeron al clásico un equipo israelí de jugadores dispersos por el mundo cuando “Cuba” hace todo lo contrario? ¿Acaso la razón del desmembramiento del Equipo Cuba no es la imposibilidad de integrar a él a sus mejores estrellas por el solo hecho de haber abandonado el sistema que los frenaba en sus aspiraciones privadas? No soy de los que piensa que la virtud física de un hombre deba ser el motivo de su enriquecimiento millonario cuando esta privacidad debería estar reservada en primer término para los hombres y mujeres que trabajan en busca del bienestar de la salud y el desarrollo de la humanidad, pero tampoco me opongo a que, a todo aquel que Dios bendijo con una virtud deportiva capaz de deleitar multitudes, quede a la zaga de la prosperidad económica. Y los peloteros estelares de Cuba ya no están al margen como años atrás de que UNA VIDA MEJOR ES POSIBLE. ¿Cuál es la razón por la que el béisbol cubano se ha fraccionado? La política. La política hostil oficialista que califica de “ex cubanos” y traidores a los que, por una razón u otra, hayan determinado decir adiós definitivo a la tierra que los vio nacer en la cual no encontraron cabida para sus aspiraciones. Y este fraccionamiento conlleva a que Cuba fenezca poco a poco en todos los campos dónde alguna vez descollaba. Este ergástulo político alcanza a todas las ramas de nuestra excepcional ciudadanía. La cultura sufre igualmente la segmentación en sus escritores y artistas, obligando a los mismos a buscar fuera lo que no son capaces de recibir dentro. Lo sufre la medicina, la ciencia y la tecnología. Y por cierto, perdónenme la disertación: hay una jovencita talento, hija de cubana, llamada Sabrina Pasterski González –de la que se habla ya en los medios científicos mundiales– que se ha propuesto llevar un hombre a Marte en una nave espacial diseñada por ella. ¡Así somos los cubanos de intuitivos! Lo que Sabrina quizás no sepa todavía es que también en nuestro país y mucho antes que ella, otro cubano se le adelantó en distancias espaciales y sin un vehículo sofisticado ha mandado a millones de compatriotas al Infierno. Pero volvamos al béisbol. Cierto es que Cuba no puede ofrecer contratos millonarios a sus peloteros nacionales. Con un peso de cuatro centavos por entrada a los estadios y una televisión autofinanciada, el Estado cubano no puede cubrir los requerimientos económicos de un atleta de élite. El amateurismo está en el orden de la desaparición luego de la caída del “Campo Socialista”. Es por ello que ahora se permite a varios deportistas contratarse en el extranjero, siempre que “Papá Estado” reciba su remuneración por alquilarlos. Pero eso no basta. Si el equipo Cuba hubiese podido contar con lanzadores de la calidad de Adonis Chapman Holanda no le habría propinado el súper noqueo bochornoso que lo eliminó definitivamente de la competencia. Si en la línea de segunda base el guante de Alexei Ramírez junto a José Dariel Abreu en la almohadilla de primera se hubiesen hecho cargo del espacio derecho del cuadro, el team cubano habría reducido el número de pifias y mejorado la ofensiva, solo por mencionar a tres de las muchas estrellas nacidas en el patio que actualmente deleitan aficiones foráneas. Alfredo Despaigne, Rael Santos y Yurisbel Gracial no pueden echarse encima solos el equipo cubano de béisbol. Cepeda fue muy bueno, pero está listo para el retiro; en la pelota el acumulado de años tiene la última palabra. Hay que olvidar las viejas rencillas y no tomar en cuenta si este se escapó en una lancha rápida o aquel desertó en el aeropuerto de otro país, y pedirles…, sí, ¡pedirles!, con modestia y humildad, vistan los colores patrios solo unas semanas cada cuatro años para llenar de orgullo a la afición cubana dentro y fuera de la Isla. Pedro Armando Junco

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